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Emigración

  • Francelis Rojas
  • 25 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Pero este escrito no se trata sobre cualquier emigración, es sobre una específica, la de mi país, mi bella y siempre amada Venezuela.


Es un tema que pasó de lo común a lo controversial. ¿Por qué?, porque ya genera polémica, debate y discusiones entre nosotros mismos los venezolanos, se convirtió en un foco de división, resentimientos y tristezas. El venezolano atraviesa un punto en el cual ya no sabe si entristecerse o molestarse, si animarse o quebrantarse, lo único que sabe es que de alguna manera tiene que sobrevivir y salir a flote, y de acuerdo a eso actúa de la forma que considere.


Pero, ¿Qué está pasando con nosotros los venezolanos que ya llegamos al punto de criticar a los que están afuera y a los que se quedan? ¿Por qué creernos Dios y juzgar o querer juzgar a los demás?


Si los que están afuera demuestran por cualquier medio su amor por él o que lo extrañan, son criticados de porqué se fueron y no se quedaron luchando en él y por él. Si no demuestran nada son igualmente criticados porque se olvidaron de donde vienen. También la crítica viene del otro lado, si no te has ido estás perdiendo tu tiempo y tu vida, o si te quieres devolver a Venezuela porqué lo haces, y hasta te describen como loco y masoquista.


Todo esto me hace pensar que la mente está tan dañada, psicológicamente hablando, que al más mínimo sentimiento ya explotamos, andamos como decimos a flor de piel y a la defensiva. Pero es que no podemos culparnos tampoco por eso, no podemos ser tan duros con nosotros mismos, ya que en una situación como la que atraviesa nuestro país es muy difícil optar por actitudes más positivas, más armónicas, no digo que son imposibles, pero si son muy difíciles de llevar a cabo, y muy pocos son los que llegan a lograrlo.


Ahora bien, viéndolo desde otro punto, el punto más importante, en mi opinión, es ¿cómo ven todo esto las Naciones de afuera?, muy sencillo, nos ven como unos locos y caníbales matándonos los unos a los otros, destruyéndonos cada vez más a nosotros mismos, nos ven como personas de bajo nivel de consciencia y autoestima pidiendo ayuda, ahora yo pregunto ¿cómo nos ayudan si somos incapaces de ayudarnos a nosotros mismos? ¿Cómo nos ayudan si ni siquiera nosotros demostramos el más mínimo gesto de humildad? ¿Cómo nos ayudan si no somos capaces de dejar a un lado el egoísmo e individualismo y pensar en el bien para los demás? Y todavía tenemos la Santísima voluntad de decir que en otros países no nos quieren y nos miran como bichos raros. Señores, somos un holocausto.


Mucha gente se mofa y se siente que sabe más que otros al decir libremente que aquí ya no hay que pedir paz, que con ser come flor no se va a salir de este gobierno, lo admito, en un punto llegué a ser una de ellas, pero gracias a Dios sustituí ese sentimiento y pensamiento venenoso por otros que me impulsan a por lo menos comenzar a mejorar mi vida con acciones positivas y ganadoras. Y es que entendí que la paz y ser come flor es la única vía para no dejarme hundir o morir en medio de tanta maldad, la fe junto con las buenas acciones y decisiones son las que nos conducen a una vida y un mundo mejor.


Registro de obra: 1806077331110

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