Valorar La Vida
- Francelis Rojas
- 10 jun 2018
- 4 Min. de lectura

En un día lluvioso y con una deliciosa tranquilidad redacté este escrito el cual titule Valorar la Vida. La inspiración básicamente llegó a mí por el constante hábito de la reflexión –soy una persona que observa, analiza y piensa mucho- y de unas cuantas películas vistas años atrás, que hoy por hoy al volver a verlas me siguen causando el mismo efecto, a veces incluso me hacen experimentar nuevas perspectivas o cambiar las que ya tenía – es impresionante el mensaje reflexivo que pueden dejar algunos guiones cineastas o teatrales, para los que son un poco más profundos y críticos claro está- para aquellos que les gusta ir mas allá de simplemente disfrutar una obra, y para los que se sumergen en la trama y en los personajes, esos que sienten cada parte como si estuvieran allí (lanzo una risa cómplice, pues yo soy así).
Pero, ¿Qué significa valorar la vida? Muchos podrán responder: es darle sentido a todo lo que nos pasa en ella, bueno o malo. Es ser felices con lo que tenemos. Es pasar más tiempo con tus seres queridos. Es darle importancia a las pequeñas cosas. Es ser agradecido y, un montón de afirmaciones más.
Pues debo decir que no están lejos de la definición idónea, solo que muy pocos son los que ponen en práctica esas definiciones, ya que la mayoría de las personas empiezan a demostrar ese valor en el después o el durante de una experiencia de dolor o algo que realmente les sacude sus vidas.
¿Qué pasa cuando una persona es diagnosticada con una enfermedad terminal? ¿Qué pasa cuando perdemos un ser amado sorpresivamente? ¿Qué pasa cuando fracasamos y quedamos en algún modo, por así decirlo, en bancarrota? ¿Qué pasa cuando ya verdaderamente tocamos fondo? Es justo en ese momento cuando las personas atraviesan un Shock y comienza en ellas un proceso de cambio, un cambio marcado por procesos, proceso de información, proceso de sufrimiento o padecimiento, proceso de negación, proceso de asimilación, proceso de reflexión, proceso de aceptación hasta que, finalmente, la persona empieza a cambiar poco a poco la manera de ver las cosas, la vida y hasta a sí mismo. En una de las tantas películas que he visto, uno de los personajes hizo una afirmación y eso se me quedó incrustado en el pensamiento de por vida ¨Solo al borde del precipicio las personas son capaces de cambiar¨ y vaya que la empecé a reflexionar y digerir desde entonces.
Es impresionante cómo estas personas empiezan entonces a ser más humanas, a compartir más con sus seres queridos, a disfrutar el olor de las flores, a hacer lo que nunca se atrevieron a hacer, amar y dejarse amar, empezar a buscar a Dios, hacer el bien a los demás, a reconciliarse, pedir y dar perdón, arrepentirse de sus posibles pecados mortales y hasta confesar sus actos erróneos o indebidos con curas, pastores, amigos y de mas (ojo, no todos toman esta vía, pero es el factor común), incluso se sienten o buscan energía de donde no la tienen y son capaces hasta de hacer deportes extremos, lazarse en benji desde lo más alto, practicar lanzamiento en paracaídas, experimentar la adrenalina en una montaña rusa, salir de fiesta, aprender a bailar, adquirir mejores hábitos, comenzar a leer o a estudiar, en fin, a hacer lo que hasta ese momento ignoraban o no querían hacer.
Empiezan entonces a valorar todo lo que pasa y tienen en sus vidas, empiezan a VIVIR, pues por supuesto, cuando sabes con absoluta certeza de que tus días están contados o que la persona que más amas ya no va a estar o que tocaste verdadero y desconsolado fondo, no te queda más alternativa que cambiar.
¿Es necesario pasar por situaciones de este nivel para generar un cambio en nosotros y empezar a valorar lo que tenemos? A veces sí, pero segura estoy que muchas personas se ahorrarían tiempos difíciles y circunstancias dolorosas o traumáticas si buscaran ese cambio por ellas mismas.
Es aquí donde entra el segundo motivo de cambio en una persona -que a mi parecer es el que debiéramos tomar todos- Neurológicamente, estudios demuestran que el cambio en las personas también se genera por experimentar sentimientos de gusto, placer y satisfacción, es decir, de vivir una experiencia tan gratificante que esto los conduce a una serie de acciones recurrentes para sentirse, siempre o la mayoría del tiempo, en ese estado de bienestar y felicidad. Ya dicen que es mejor cambiar por vivir buenas experiencias que cambiar porque ya no soportamos el dolor.
Cronológicamente hablando yo genere un cambio en mi vida debido al dolor, sin embargo, el cambio más sustanciosos y significativo lo logre alcanzar por la segunda vía, la vía del placer, por esa sensación de alegría y bienestar que me genera el hacer lo que hago, escribir, ayudar, comunicar, crear. El conocerme a mí misma y trabajar en mi mejor versión fue lo que me llevó a tomar mejores decisiones, fue lo que me impulsó a cambiar para mejor.
Valorar la vida va más allá de estar felices con nosotros mismos y con los demás, se trata de hacer un cambio en nosotros para poder dar ese valor, esto será lo único que te permitirá decir cuando dejes este mundo terrenal: mi vida fue genial y no me arrepiento de nada ni me faltó más nada por hacer.
Registro de obra: 1806127372155
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